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Consultoría de formación empresarial

Autoexigencia ¿Fortaleza o una debilidad para el líder?

¿Qué es la autoexigencia?

Generalmente, en el mundo de los negocios, la autoexigencia y la busqueda de la perfección, siempre se han considerado dos características bien vistas, ya que generan altos niveles de responsabilidad y compromiso en los profesionales que la practican en el trabajo y permiten a la empresa avanzar a un mayor ritmo.

Por desgracia, como todo, aunque normalmente puede considerarse como una cualidad positiva, si se practica en exceso puede llegar a trnasformarse en limitaciones con consecuencias muy perjudicionales, tanto para la persona que la práctica en cuestion, como para toda la organización o el equipo que esta en contacto más directo. Visto todo esto ¿Cuando podemos considerar que la autoexigencia es constructiva y cuanto esta se convierte en un hándicap?

autoexigencia

¿Qué es la autoexigencia constructiva?

En el libro  El decálogo de la excelencia,  de Jesús Mondria , se nos invita a cultivar la autoexigencia como uno de los diez mejores elementos para conseguir el éxito. ¿Por qué?

Según la doctora en Psicología Marilén Barceló, en una entrevista para Mensalus, las personas con más autoexigencia presentan una serie de virtudes muy valoradas en el campo profesional:

  • Estas personas son muy trabajadoras, con lo que les gusta hacer las cosas bien, por ello, estos se convierten en profesionales con mayor potencial de desarrollo que sus compañeros que no practican la autoexigencia.
  • Son personas Resilentes y que no se rinden ante un problema, por lo que buscan siempre una solución, e insisten en esa  búsqueda continua.
  • Siempre ponen todos los medios, de los que disponen, no cometer errores o repetir anteriores, lo cual les confiere una alta fiabilidad en su trabajo.
  • Se trata de profesionales muy ordenados,  lo s cuales planifican con minuciosidad cada paso antes de darlo.
  • Sienten un gran respeto por  las figuras de autoridad y las normas, por lo que son dignas de confianza.

Queda claro, por tanto, que  la autoexigencia, bien entendida se ve evidenciada en los siguientes comportamientos:

  • Autorespecto o respeto a uno mismo. Ya que los trabajadores más autoexigentes identifican sus errores, pero no los usan para autocastigarse o menospreciarse. Al contrario, ya que los conciben como información valiosa, que les permite aprender de ellos. Lo que denota una actitud positiva hacia el futuro.
  • Con más Objetividad. Puesto que la autoexigencia y perfeccionismo en su forma constructiva, pasa por analizar cada situación sin generalizar, (“Todo lo hago mal”) o exagerar su forma negativa (“Ha sido un fracaso absoluto”). En cambio, practicando la autocrítica, es posible que permita determinar tanto las debilidades, como las fortalezas.
  • Aumenta la Automotivación. En lugar de convertir las motivaciones en obligaciones, como suele pasar. Estas personas  se muestran con mayor perspectiva comprensiva hacia sí mismos. Es decir, piensan en términos de “Me gustaría tener este trabajo para el viernes”, en lugar de “Debo tener, sí o sí, este trabajo para el viernes”.
  • Realismo. Las metas de los profesionales con alta autoexigencia siempre son altas, pero para que esta característica sea ventajosa, no caen en aspiraciones irreales e inalcanzables, sino que plantean expectativas realistas y factibles.
  • Reconocimiento. La buena autoexigencia también requiere saber valorar los éxitos cosechados, potenciando la autoestima.
  • Equilibro. Para que la autoexigencia no desemboque en un caso de síndrome de burnout, es importante marcar los límites personales y dedicar tiempo a descansar y desconectar del trabajo.

¿Qué es la autoexigencia destructiva?

El problema surge cuando la autoexigencia es llevada al extremo, generando importantes perjuicios para el trabajador y su entorno. En estos casos, lo que era una fortaleza se transforma en una debilidad que presenta una actitud inflexible frente al resto de opiniones, rechaza la colaboración, genera un control exacerbado, provoca tensión en el clima laboral, se bloquea ante situaciones inesperadas, procrastina la entrega de proyectos y, en términos generales, paraliza el avance de la compañía. Además, a nivel individual, esta autoexigencia destructiva produce frustración y desmotivación en el propio trabajador, aminorando notablemente su productividad y bienestar.

¿Cómo podemos reconocer un nivel exagerado de autoexigencia? Estos son los hábitos que indican una personalidad excesivamente perfeccionista:

  • Autocastigo. Para estos profesionales, nada de lo que hacen es suficientemente bueno, por lo que centran su atención solo en los errores, menospreciando u obviando cualquier atisbo de logro, y usan un lenguaje peyorativo para referirse a su trabajo y a ellos mismos. Como señala Borja Vilaseca, en el artículo Radiografía de los perfeccionistas, las personas demasiado autoexigentes “miran el mundo a través de una lupa, mediante la cual ponen el énfasis en todo aquello imperfecto que debería ser mejor de como es ahora mismo”.
  • Inseguridad. Esta dura crítica continua menoscaba su autoestima, haciéndoles sentir inseguros en su desempeño.
  • Ineficacia. En su búsqueda por la perfección, los trabajadores entran en un bucle de revisión infinita de su trabajo, impidiéndoles culminar sus misiones.
  • Intransigencia. Este tipo de individuos consideran que su perspectiva es la única válida, rechazando las ideas y propuestas del resto de compañeros.
  • No delegación. Al querer controlarlo todo para evitar fallos, la autoexigencia destructiva de estos individuos les impide delegar en otros, lo que le genera una alta sobrecarga de trabajo que provoca estrés y frustración.
  • Toma de decisiones. Su afán por planificar ante el más mínimo detalles le dificulta a la hora de tomar decisiones en un entorno de incertidumbre.

¿Cuál es la clave para sacar provecho de la autoexigencia?

Según señala Antonio López Ramons, en su libro El éxito sostenible a través del error, “no se trata de dejar de ser autoexigente, sino de limitar la autoexigencia a las demandas del sistema, es decir, de poner el nivel de autoexigencia al servicio del sistema y no en satisfacer las necesidades psíquicas individuales contra el miedo al error”. “Sólo es posible tener una apreciación realista de donde estamos en términos de nuestros objetivos o ideales, cuando nuestra evolución no se basa en el juego auto-castigador o en las defensas contrarrestantes”, añade Claudio Naranjo en La vieja y novísima Gestalt. Actitud y Práctica.

Para que el profesional puede potenciar la autoexigencia desde un punto de vista positivo, proponemos usar la formación como vehículo que le permita desarrollarse profesionalmente en el sentido correcto y con el que adquirir importantes habilidades que mejoren la eficacia profesional y hagan crecer las oportunidades en el mercado laboral.

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Alejandro Juncal Verde

La transformación de su proyecto empresarial debido a la crisis de la construcción ha sido una transición difícil y dura, sobre todo llena de sacrificios con una gran recompensa con el éxito de “El Siete Formación”. Perfecto vendedor, impresionante empresario, mejor persona.

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